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Hace unos días, mi profesora de Estudios de medicación en comunicación (materias con esos nombres SÍ existen) nos preguntaba la diferencia fundamental entre un adolescente -o un joven- y un adulto, ya saben , la eterna pregunta que revele la abismal separación existente entre ambos grupos de edad.
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Aparecieron muchas propuestas, la experiencia, el pensar a futuro de los adultos contra la no preocupación de los jóvenes sobre el mañana, el cambio de paradigmas, deseo de control, la edad, entre otras ideas, todos acompañados de un "yo no voy a ser como mis papás" (ok, ok, lo admito, esa yo también la he dicho) y el irrevocable miedo que nos embarga al pensar que tal vez nos estamos convirtiendo en adultos.
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Yo, yo sólo pude concebir un pensamiento: un adulto no tomaría un par de hielos, se los pondría en la espinilla, y procedería a perforársela con una aguja bañada en alcohol. Tampoco tomaría un arete, se lo pondría en la perforación y pensaría que es algo digno de enseñárselo al mundo. Por último, un adulto tendría a consideración que ponerse a jugar fútbol con un grupo de niños -y con tal semiherida- no es una muy buena idea.
Hace unos días, mi profesora de Estudios de medicación en comunicación (materias con esos nombres SÍ existen) nos preguntaba la diferencia fundamental entre un adolescente -o un joven- y un adulto, ya saben , la eterna pregunta que revele la abismal separación existente entre ambos grupos de edad.
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Aparecieron muchas propuestas, la experiencia, el pensar a futuro de los adultos contra la no preocupación de los jóvenes sobre el mañana, el cambio de paradigmas, deseo de control, la edad, entre otras ideas, todos acompañados de un "yo no voy a ser como mis papás" (ok, ok, lo admito, esa yo también la he dicho) y el irrevocable miedo que nos embarga al pensar que tal vez nos estamos convirtiendo en adultos.
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Yo, yo sólo pude concebir un pensamiento: un adulto no tomaría un par de hielos, se los pondría en la espinilla, y procedería a perforársela con una aguja bañada en alcohol. Tampoco tomaría un arete, se lo pondría en la perforación y pensaría que es algo digno de enseñárselo al mundo. Por último, un adulto tendría a consideración que ponerse a jugar fútbol con un grupo de niños -y con tal semiherida- no es una muy buena idea.
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Digo, eran las 10 de la mañana, mi cerebro aún no funcionaba muy bien.
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Y no, no fue ni mi aguja, ni mi hielo, ni mi arete de osito, ni mi alcohol ni mucho menos mi espinilla. Pero sí vi a una chica de 12-13 años jugando fútbol, y también vi a un niño de 9-10 muy consternado porque un golpe sacó volando al arete, dejando a nuestra querida desconocida con una anécdota muy agridulce que contar.
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Juro que no soy yo, y a quien lo dude, le muestro mi espinilla. No tiene agujeros.
Digo, eran las 10 de la mañana, mi cerebro aún no funcionaba muy bien.
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Y no, no fue ni mi aguja, ni mi hielo, ni mi arete de osito, ni mi alcohol ni mucho menos mi espinilla. Pero sí vi a una chica de 12-13 años jugando fútbol, y también vi a un niño de 9-10 muy consternado porque un golpe sacó volando al arete, dejando a nuestra querida desconocida con una anécdota muy agridulce que contar.
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Juro que no soy yo, y a quien lo dude, le muestro mi espinilla. No tiene agujeros.
3 comentarios:
Jajaja, ese niño. Y estaba más preocupado por el pinche arete que la herida, ¿verdad? Jaja, clásico.
Yo hice algo parecido, pero con mi ombligo xD
Luego se atoró en mi pantalón y tengo una cicatriz fea o.<
Pues no creas Peyote, como que se quedó traumado por ambas XD
:O Esa anécdota no me la sabía Sam, dolió? :S
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