lunes, 24 de octubre de 2011

Pensamiento Social


Hace mucho tiempo tomaba sólo una clase los lunes, miércoles y viernes: Pensamiento Social...algo, la cuestión es que la profesora (saludos) estaba más preocupada por su embarazo que por impartir clase, así que formamos equipos, dividimos temas, realizamos exposiciones y más o menos hicimos algo útil durante el semestre.

El día de mi primera exposición iba en el camión con mis hojitas llenas de información referente a la Guerra Fría (creo) entre mis manos: sudaba, leía, releía, me rascaba la cabeza, volvía a leer, etc., de repente, una señora mayor se sentó a mi lado y me preguntó la razón de mi nerviosismo, usualmente invento algo que me entretenga, pero estaba tan aturdida que le platiqué la verdad; muy amablemente, la mujer tomó mi mano izquierda entre las suyas y me enseñó un punto en ésta que debía masajear para calmar mis nervios, dijo que era una técnica infalible y haría que todo saliera bien.

Minutos después se bajó del camión, así que yo dejé de leer mis hojas y me puse a realizar el ejercicio que me acababa de mostrar. Así le hice el resto del viaje, hasta llegar a mi salón.

Y me fue de la chingada. Se me olvidó todo (seriously, mi primera reacción fue exclamar 'ay, se me olvidó'), me trabé mientras intentaba hablar, me sonrojé, se rieron de mí. Uno de mis mayores fracasos como comunicóloga, como universitaria, y como ser humano.

Hay dos lecciones de vida aquí, la primera es nunca creerle a las señoras mayores de aspecto creepy que se suben al camión, menos aún si te dan consejos que no han sido científicamente verificados, snif; la segunda es bastante obvia, no sean babosos y lean (leer para aprender, si no leo me a-burro, y cualquier otra frase cheesy que se les ocurra), fin.

No hay comentarios.: