viernes, 12 de septiembre de 2014

Sobre la inevitabilidad de la vida, la muerte y la elaboración de la tesis

Siempre me he sentido frustrada; no puedo hacer, no puedo leer, no puedo ver, no puedo tener, no puedo decir, no puedo escribir, son ideas que me repugnan pero que conozco y con las que puedo vivir.

Sin embargo, muy a mi pesar, de un tiempo para acá he sentido algo aún peor: no puedo ser.

No puedo ser lo que quiero ser.

No puedo ser lo que esperaba ser hace un año.

No puedo ser lo que esperaba ser hace dos años.

No puedo ser lo que esperaba ser hace tres años.

No sólo se trata del aspecto académico (aunque en su mayoría lo es), sino del personal, el familiar, el laboral, el físico, el mental… todo me frustra, todo me enoja, todo me vierte más hacia mí y hacia mi destierro voluntario del mundo real. Siento que no avanzo, sé que no avanzo, y sin embargo no logro encontrar ese “algo” que me haga reaccionar y ponerme en marcha. Lo hay, sé que lo hay, pero no está donde debe estar y ya no sé dónde buscarlo.

Pasan días, semanas, meses, ahora años, y juro que aquí no es donde quería estar, no es lo que quería hacer, y sobre todo, no es lo que quería ser, no es lo que quiero ser.

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