La neta, hoy tengo una weva que no se imaginan, así que les dejo una nota que leí hace más o menos un año en el Milenio Estado de México, es acerca de los mexicanos y los muchos libros que leemos al año (jaja), el texto es un poco extenso, pero juro que es muy interesante:
¿Alguien sigue leyendo?
¿Qué es más peligroso, que el mexicano siga leyendo 0.5 libros al año o que la cifra aumente a uno si lee la Guía del Palacio de Hierro?
Por Salvador Medina Armienta
Las cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Lectura (ENL) arrojan dos conclusiones importantes. La primera es que la encuesta no sirve de mucho. La segunda es que los mexicanos son unos mentirosos: 2.9 libros por mexicano al año no sólo parece algo increíblemente exagerado, sino que sus propios comentarios los delatan. La mitad de la población que asegura leer, no recuerda el nombre del último libro que leyó. Y cuando uno de los tres libros más leídos por nuestros compatriotas es Juventud en éxtasis, es mejor que no se acuerden.
Los universitarios de nuestro país, esos que suponen ser los mejor preparados y educados, no dejan de ser parte de la cifra negativa en las encuestas de lectura. 28 por ciento de ellos aseguró no leer ningún tipo de libro, ni de literatura ni para la escuela. ¿Qué se puede esperar del resto de la población?
Además, en los últimos años ha existido un boom de literatura basura. ¿Cuántas personas no traían bajo el brazo El código Da Vinci? Lo leían en todos lados, era como la telenovela de moda, desde la gente de limpieza hasta las mujeres de Las Lomas. No es casualidad que a la fecha ha vendido más de 40 millones de copias.
Hoy en día la lectura de moda ya se volvió más pseudometafísica. El secreto, libro escrito por Rhonda Byrne, es la sensación. Todo podemos agradecérselo a Oprah quien, al colocarlo en su lista de libros favoritos, lo volvió un bestseller mundial. Obviamente, llegó rápidamente a México y se ha vuelto el tema de conversación. La ya popular “ley de la atracción” es una bazofia pseudofilosófica que invita a sus lectores a utilizar el poder de su mente para cambiar su vida. ¿Qué poder mental pueden tener, si el último libro que leyeron fue El código Da Vinci?
¿Cuál es la solución? ¿Poner a los integrantes de Rebelde en un comercial leyendo a Paul Auster, Jorge Luis Borges, Jorge Ibargüengoitia, Albert Camus? Eso podría provocar que quienes sí los leen tengan una sensación de repudio contra sus favoritos. Pero el gran problema es que la literatura tiene demasiados enemigos. La televisión, internet, los videojuegos, la ignorancia, la pereza, son antídotos contra la cultura, en ocasiones demasiado poderosos. Cuando el presidente de un país dice que mejor no lee porque no deja nada bueno, ¿qué puedes esperar de los demás?
Gabriel Zaid escribió que la falta de lectura es un fracaso del sistema educativo. Esto es más específico cuando se refiere al hecho de que los maestros seguramente no leen y contagian este desinterés a los alumnos. Y es verdad, el gusto por la literatura no puede ser impuesto, sino inculcado.
Otra de las cifras más llamativas de la encuesta es que de los 8.8 millones de mexicanos en universidades y posgrados, 1.6 millones nunca ha pisado una librería. Además, las cifras arrojan que la mitad de los universitarios no compran libros.
¿Cómo crear interés verdadero por la lectura en un pueblo holgazán? Leer se considera una pérdida de tiempo, a menos que dicha lectura esté acompañada de una imagen sangrienta y una frase escandalosa. ¿Entonces? Hay que volver a comenzar. La gran mayoría de los jóvenes de las nuevas generaciones recibieron de sus padres el fomento de esta disciplina. Un sistema educativo renovado puede permitir un acercamiento diferente y más profundo hacia la lectura, enseñarle sobre las bondades y recompensas que tiene un buen libro. Thomas Mann, Truman Capote, Salvador Novo, Cormac McCarthy o Charles Baudrillard, ciertamente dejan más en el lector que la nueva Guía del Palacio de Hierro.
Ya ven, por eso yo me trato de leer aunque sea dos libros por mes, ¡inténtenlo ustedes!, eso si, dejen a un lado los libros de superación personal, Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Paulo Coelho no son los grandes pensadores de este siglo ni tienen todas las respuestas para ser felices, son simplemente escritores que casualmente crearon un libro que se hizo popular y a partir de ahí siguieron la misma línea para la redacción del resto de sus obras (si acabo de ofender susceptibilidades, ¡discúlpenme!, pero así pienso yo); asimismo, recomiendo que no escojan el libro de moda, mejor lean un clásico, les aseguro que se van a sorprender con la imaginación y la visión que tenían los autores de antaño.
Ya me puse a escribir demasiado, mejor aquí le dejo; si quieren alguna recomendación pues lean a Edgar Allan Poe o a HP Lovecraft, son dos de mis autores predilectos.
¿Alguien sigue leyendo?
¿Qué es más peligroso, que el mexicano siga leyendo 0.5 libros al año o que la cifra aumente a uno si lee la Guía del Palacio de Hierro?
Por Salvador Medina Armienta
Las cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Lectura (ENL) arrojan dos conclusiones importantes. La primera es que la encuesta no sirve de mucho. La segunda es que los mexicanos son unos mentirosos: 2.9 libros por mexicano al año no sólo parece algo increíblemente exagerado, sino que sus propios comentarios los delatan. La mitad de la población que asegura leer, no recuerda el nombre del último libro que leyó. Y cuando uno de los tres libros más leídos por nuestros compatriotas es Juventud en éxtasis, es mejor que no se acuerden.
Los universitarios de nuestro país, esos que suponen ser los mejor preparados y educados, no dejan de ser parte de la cifra negativa en las encuestas de lectura. 28 por ciento de ellos aseguró no leer ningún tipo de libro, ni de literatura ni para la escuela. ¿Qué se puede esperar del resto de la población?
Además, en los últimos años ha existido un boom de literatura basura. ¿Cuántas personas no traían bajo el brazo El código Da Vinci? Lo leían en todos lados, era como la telenovela de moda, desde la gente de limpieza hasta las mujeres de Las Lomas. No es casualidad que a la fecha ha vendido más de 40 millones de copias.
Hoy en día la lectura de moda ya se volvió más pseudometafísica. El secreto, libro escrito por Rhonda Byrne, es la sensación. Todo podemos agradecérselo a Oprah quien, al colocarlo en su lista de libros favoritos, lo volvió un bestseller mundial. Obviamente, llegó rápidamente a México y se ha vuelto el tema de conversación. La ya popular “ley de la atracción” es una bazofia pseudofilosófica que invita a sus lectores a utilizar el poder de su mente para cambiar su vida. ¿Qué poder mental pueden tener, si el último libro que leyeron fue El código Da Vinci?
¿Cuál es la solución? ¿Poner a los integrantes de Rebelde en un comercial leyendo a Paul Auster, Jorge Luis Borges, Jorge Ibargüengoitia, Albert Camus? Eso podría provocar que quienes sí los leen tengan una sensación de repudio contra sus favoritos. Pero el gran problema es que la literatura tiene demasiados enemigos. La televisión, internet, los videojuegos, la ignorancia, la pereza, son antídotos contra la cultura, en ocasiones demasiado poderosos. Cuando el presidente de un país dice que mejor no lee porque no deja nada bueno, ¿qué puedes esperar de los demás?
Gabriel Zaid escribió que la falta de lectura es un fracaso del sistema educativo. Esto es más específico cuando se refiere al hecho de que los maestros seguramente no leen y contagian este desinterés a los alumnos. Y es verdad, el gusto por la literatura no puede ser impuesto, sino inculcado.
Otra de las cifras más llamativas de la encuesta es que de los 8.8 millones de mexicanos en universidades y posgrados, 1.6 millones nunca ha pisado una librería. Además, las cifras arrojan que la mitad de los universitarios no compran libros.
¿Cómo crear interés verdadero por la lectura en un pueblo holgazán? Leer se considera una pérdida de tiempo, a menos que dicha lectura esté acompañada de una imagen sangrienta y una frase escandalosa. ¿Entonces? Hay que volver a comenzar. La gran mayoría de los jóvenes de las nuevas generaciones recibieron de sus padres el fomento de esta disciplina. Un sistema educativo renovado puede permitir un acercamiento diferente y más profundo hacia la lectura, enseñarle sobre las bondades y recompensas que tiene un buen libro. Thomas Mann, Truman Capote, Salvador Novo, Cormac McCarthy o Charles Baudrillard, ciertamente dejan más en el lector que la nueva Guía del Palacio de Hierro.
Ya ven, por eso yo me trato de leer aunque sea dos libros por mes, ¡inténtenlo ustedes!, eso si, dejen a un lado los libros de superación personal, Carlos Cuauhtémoc Sánchez y Paulo Coelho no son los grandes pensadores de este siglo ni tienen todas las respuestas para ser felices, son simplemente escritores que casualmente crearon un libro que se hizo popular y a partir de ahí siguieron la misma línea para la redacción del resto de sus obras (si acabo de ofender susceptibilidades, ¡discúlpenme!, pero así pienso yo); asimismo, recomiendo que no escojan el libro de moda, mejor lean un clásico, les aseguro que se van a sorprender con la imaginación y la visión que tenían los autores de antaño.
Ya me puse a escribir demasiado, mejor aquí le dejo; si quieren alguna recomendación pues lean a Edgar Allan Poe o a HP Lovecraft, son dos de mis autores predilectos.
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